domingo, agosto 07, 2011

YO PANTHERE, TÚ, MUST DE CARTIER



- Como os seguía diciendo – se afanaba Carla en su debate explicativo, en el congreso internacional de París de perfumistas, alta perfumería, y captación de narices exquisitas para su incorporación a las suculentas nóminas de las grandes casas perfumeras de París. Se detuvo un instante en su conversación mientras inspiraba el aire como cálido a la vez que ciertamente agresivo de una tuberosa, provocándole ciertas sensaciones sensuales. Se despertó de aquel éxtasis infinito provocado por la tuberosa y prosiguió. – Como os seguía diciendo – Y siguió con la mirada a aquella dama que había pasado aleteando casi agachada por delante de ella, para no interrumpir su declamación, y portadora de aquella fragancia a tuberosa que tanto la cautivaba en sus intimidades más profundas. Colocándose la dama como pudo, en la cuarta fila de oyente. – Como os seguía diciendo. Cuando yo y mis compañeras y compañeros de profesión de narices, descubrimos el aroma Panthere de Cartier, pudimos sentir mientras lo creábamos, mientras lo íbamos descubriendo. Cómo. Cómo deciros. La comunión de un orgasmo. Acaso cuando nos sentimos felices en un determinado grupo o reunión, no es como si sintiéramos un petit o gran orgasmo. Algo así ocurrió, queridas y queridos narices y profesionales de la alta perfumería. Y ya no pudo más con sus ansias.

- Por favor. Si usted. Señorita. La de la cuarta fila que lleva una        ajustada blusa blanca, y una falda de flores como disecadas de colorines diversos.
              - ¿Yo?.
- Si. Usted. ¿Sería tan amable de venir un momento aquí conmigo, hacia este pequeño estrado de color dorado y plata? – dijo señalando aquel maravilloso escenario que se derramaba entre sombras doradas amantes y plateadas amadas.

 - Si. Por supuesto – dijo aquella dama oyente, acudiendo hacia el estrado.
 - ¿Tu nombre?.
 - Ana María.
 - ¿ Eres nariz?.
 - Pues no. Soy farmacéutica.
 - Vaya. Bueno. Todo se aprende. – Y de repente Carla, sin poder remediarlo, la agarró suavemente de los brazos y se lanzó suave pero decididamente hacia su largo cuello, aspirando aquellos efluvios de tuberosa, como quien encuentra un paraíso así en un pis pas. - Pues he de decirte Ana María, que siendo farmacéutica y seguramente por tu presencia aquí en este congreso, gran amante del perfume y su elaboración, decirte que eres un delirio de Tuberosa, mi perfume predilecto. A ver, Mmmm....... Exacto, perfume de tuberosa como nota más que predominante, vamos, única.
- Panthere de Cartier.
- Muy bien. ¿Eres provocadora?.
- Mucho. Vamos que provoco a la misma provocación.
- Jajaja. ¿ Dominante ?. ¿ Salvaje ?.
- Como una pantera.
- Generosa a la vez.
- Generosa en extremo, lo doy todo Dña. Carla.
- He de decirte que así como la tuberosa es una flor llena de miel, como el sexo femenino, a la vez posee ciertas notas como de peligro, como de algo que duele al inspirarlo, de ahí mi atracción por esta flor. Tan pronto parece que la miel acaricia las suaves praderas de hierba con unas álgidas notas afrutadas, como emana constantes efluvios de naranja y cierto toque de limón, ya que la naranja es la fruta más apreciada en la tuberosa. Pero a la vez que al inspirar el aroma de esta flor se siente una sensación placentera indescriptible, se puede observar también, si una es buena nariz, cierto dolor inexplicable. Como si toda esta belleza fuera arrebatada por el dolor de su propia vida, de nuestra propia existencia. Pero pasados esos breves instantes, que pueden ser tres segundos. Vuelve la belleza con la intensidad de la miel, la naranja y la hierba fresca. Y un dulzor inmenso, amigas y amigos.
En aquel mismo momento, un efluvio llegó inconscientemente hacia la misma nariz y alma de Carla. Se miró a Ana María como si fuera una virgen tuberosa, y sintió de repente en su frondoso valle, un escalofrío tan íntimo y agradable, que la recorrió enterita y sintió sus braguitas totalmente mojadas. – ¡¡ Cómo me ha mojado esta tía !!. – pensó, para sí misma - Pues ya hacía días que no....... Sentía yo este goterón. Vamos. Que me he orgasmado a mi misma y vaya corrida que he tenido. Que menos mal que llevo las braguitas Pecado Original, que todo lo aguantan y soportan. Se movió Carla ligeramente hacia la derecha, y notó como divagaba una gotita de miel desde el mismo centro de su sexo, deslizándose por el dorso de su muslo. La sintió al mismo tiempo que se deleitaba nuevamente con los efluvios de tuberosa, que Ana María constantemente exhalaba de su cuerpo.
- Gracias, Ana María, por tu soltura en salir a hablar conmigo. Por cierto. - le dijo susurrándole al oído - Luego te invito a una copita de Perfecto Amor. ¿Te complace ?. Espérame al salir.

  - Queridas narices. Químicas. Estudiosos del perfume y farmacéuticas. Como bien os digo, cuando creamos “Panthere”, pude sentir una sensación muy parecida a la sentida hoy al poder apreciarlo en el cuello de Ana María. Y es que como sabéis, todos nosotros poseemos nuestro propio perfume. Nuestra piel elabora un perfume determinado, que si bien a veces tiende al olor a calor o a ternura, en ciertas personas se torna en auténtica flor, y las consecuencias que producen esos seres, son siempre sublimes. En cierta ocasión pude apreciar al auténtico jazmín de Sevilla en una mujer que extrañamente no era de Sevilla, pero toda ella era un jazmín frondoso lleno de las diminutas flores que conforman el jazmín. Os preguntaréis el por qué de ésto, aunque es bien sabido por todos vosotros, que las hormonas, en este caso las feromonas, son unas sustancias químicas secretadas por el ser humano, mujer o hombre, y arrastradas por el aire. Parten de las axilas y alrededor de nuestros órganos sexuales, y cuando las aspiramos a través de nuestro órgano vomeronasal de nuestra nariz, se crean mensajes de paz y bienestar que llegan hasta nuestro cerebro. Y que ya en el antiguo Egipto, se utilizaba el uso de feromonas para la fabricación de perfumes. Este era fabricado, a base del sudor de hombres seleccionados para este trabajo, y se depositaba dicho sudor en unas tinajas, para luego ser mezclado con las fragancias de las flores, ya que el propio sudor contiene sustancias afrodisíacas para el ser humano. Como siempre, los Egipcios nos llevaron la delantera, y nuestra labor, queridas, la labor de nosotras y nosotros, los narices, es seguir descubriendo por qué existen seres como Ana María, que se derrama como una tuberosa, o como aquella dama que exhalaba constante perfume a jazmín de Sevilla. Nuestra labor. Que no hallaron los egipcios. Es descubrir por qué algunas mujeres o hombres son como una flor siendo persona, y cómo pueden químicamente llegar a producir ese sublime olor.
- Plas, plas, plas - Todo fueron aplausos en la sala.

- Gracias, amigas y amigos. Y doy paso a mi compañera de ponencia Louise La Fenetre, para que os divinice con su bella conversación sobre los campos de Grasse en La France. Un abrazo a todas y todos.

Carla. Después de los aclamados aplausos. Se dirigió justo al lado de la cuarta fila donde se encontraba Ana María de pie. Así podía escuchar toda la ponencia de Louise La Fenetre, y aprender un poco más sobre aquella maravillosa ciudad llamada Grasse, cuna de los mejores perfumes del mundo. Y ya cuando acabó la ponencia de Louise.
- Encantada, Ana María. ¿Te hace un Perfecto Amor ?.
- Será un placer.
- ¿ Lo tomamos fuera en el bonito barrio de Pigalle o en el hotel ?.
- Mejor en Pigalle.
Y ya acomodadas en un coqueto cafelito situado justo enfrente del Moulin Rouge, donde el terciopelo granate de los asientos y la madera, formaban una perfecta sincronía de color y materia.
- Y bien, Ana María. ¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?, a más corto plazo.
- Supongo que seguir de farmacéutica en la farmacia de Dña. Encarnación en el pueblo. Bueno. He de decirte que soy y vivo en un pueblecito cercano a Zaragoza, Villanueva de Gállego. No te creas. Ahora vive mucha gente allí.
- Ya. Ahora todos queremos salir de las ciudades, es lógico, los precios, la tranquilidad, qué vas a comparar. Las ciudades están atestadas de coches. En realidad, pienso muchas, muchísimas veces, que el único contenido en las ciudades son los coches, cuando en realidad deberían tomar como prioridad, dar calidad de vida al ser humano, a los niños. Ya ves. El mundo va al revés. ¿ Y estás contentilla allí, trabajando para Dña. Encarnación, en la farmacia de Villanueva ?.
- Bueno. Más bien me conformo. En realidad he estudiado la carrera de farmacia porque me ha encantado desde siempre. Ahora trabajo allí para subsistir, porque el montarme una farmacia ni me lo planteo, que hay que tener mucha pasta. Pero cada día que pasa me doy más cuenta de que lo que realmente me apasiona es la creación de perfumes, por ello que he venido a París a esta gran conferencia.
- Es que en realidad. Te cuento. Necesito ya. Pero vamos para ya. Una asistente nariz. Vamos, una nariz como yo. No puedo con tanto trabajo. Que si viajes continuos a casas perfumeras de Madrid, Tokio, Nueva York, de Grasse, de Milán, que si congresos. Además. Me siento muy sola, y necesito ya a estas alturas de mi vida a alguien que me acompañe en el sentido más amplio de la palabra. He sido siempre muy independiente, sabes, Ana María, pero ya tengo cuarenta y un años, y siento......
- Sientes que te falta algo.
- Exacto.
- Es que yo también siento lo mismo, que me falta algo, que necesito un cambio, y que ya es hora a mis cuarenta y cinco de encontrar una buena compañía. Además. Todavía vivo con mis padres, y estoy muy bien, pero también te digo que estoy harta, y todo, por no haber encontrado el adecuado amor a tiempo.
- Yo, Ana María......
- ¿ Eres lesbiana ?.
- Uy, que horrible palabra. No vuelvas a pronunciarla más.
- Si. Es muy fea. Yo también, Carla. También soy lesbiana.
- ¡¡¡¡ Ay, qué alivio !!!. Creía que tú. No. Ya sabes.
- Pues si. Ya lo ves. A estas alturas. Creo que es una opción muy interesante. Bueno. Y a otras alturas también. Y..... Mira. Qué sí. Qué me voy a ir contigo a trabajar de nariz y a aprender este oficio que realmente me apasiona. ¿Me enseñarás el arte de la creación de los perfumes más maravillosos del mundo?.
- Por supuesto. Pero todavía no te he contado mis próximos proyectos. Nos vamos a ir a Granada, a la hermosa Granada. Allí nos espera la creación para Dior, de un perfume del que sólo sabemos su nombre, “Manuela”. El resto corre de nuestra parte. Quién sabe. Igual nos quedamos a vivir allí y todo, con toda aquella belleza de la alhambra y tan cerquita de la playa y del Mulacén. Te aseguro que no nos aburriremos. Yo me paso la vida viajando constantemente en la creación etérea de mis perfumes.
- Por cierto, Carla. Eres como el gálbano. ¿Lo sabes?. Indomable casi como una mariposa, salvaje y de una personalidad desbordante. Pero a la vez exhalas el perfume de un jazmín lleno, invadido de sensualidad y misterio, y he creído también apreciar ciertas notas de vainilla al inspirar el rastro que deja tu cuerpo al andar. Y ahora que estoy frente a ti, el sándalo da a tu indomabilidad salvaje dulces notas de caramelo y de leche caliente, de miel y de maderas preciosas de Madagascar. En fin, Carla. Eres la mujer perfume que siempre he estado buscando, y nunca he hallado.
- Me estás hablando de Must de Cartier. ¿Te das cuenta?.
- Si, Carla. Eres justo la esencia de la que está compuesta Must.
- Y tú, Ana María. Siempre he estado buscando la flor de la tuberosa en una mujer. No sé por qué razón siempre he presentido que la mujer de mis sueños, mi verdadero amor, llevaría ese perfume en su cuerpo.
En ese mismo instante se dieron un beso lento, iniciático y profundo. La una enfrente de la otra, separadas por la pequeña mesa de madera oscura, donde la perfección de la fragancia de la tuberosa se unió al gálbano como queriendo no hacerse daño, y la miel se derramaba entre aquellos labios que no dejaban de besarse formando los más dulces aromas del naranjo. Y cuando ya sus lenguas lentamente comenzaron a rozarse, a enredarse queriéndose unir en una, Carla y Ana María se derramaron de amor entre el caramelo de leche caliente y aquel aire en el que se desprendían constantes efluvios de maderas preciosas de Madagascar. Al final de aquel delicado e incesante beso de amor, Carla, con su pericia, consiguió unir el tallo de la tuberosa con el tallo del gálbano, y ya como desfallecidas e inconscientes se dijeron.
- Te amo, Ana María.
- Yo también te amo, Carla.
- ¿ Nos casaremos en Granada ?.
- En Granada o en Guadalajara.
- Lo digo por la belleza mujer. Granada es el súmmum de la belleza como ciudad.
Y salieron de la mano de aquel coqueto café. Y de París, donde se encontraban, viajaron hasta Villanueva de Gallego, donde Ana María se despidió de Dña. Encarnación, dándole todas las gracias por haberle proporcionado durante tantos años, veinte, un puesto de trabajo, y también fueron a casa de los padres de Ana María, donde acogieron a Carla desde un principio de una forma natural. – Ya era hora. Hija mía. De que te echaras novio o novia – dijeron sus padres al unísono. Ana María hizo su maleta, y juntas partieron en el Saab descapotable de Carla hacia Granada. Donde decididamente les esperaba la felicidad a las dos. Esa felicidad tan mutuamente anhelada, tan completa y llena de magia.
- Cariño. Carla. Me sigue enamorando Granada. Llevamos ya diez años aquí, pero a pesar de nuestros continuos viajes, cada día soy más feliz de vivir en esta ciudad, y sobre todo de seguir contigo. Te amo......
- Yo también. Mi vida. Qué suerte haberte conocido en aquel congreso de París. ¿Qué cosas tiene el destino?. ¿Verdad?. Él mismo se encarga de unir lo que tiene que unir.
- Recuerdas el descubrimiento de nuestro perfume, “Manuela”, para Dior. El mayor éxito en la perfumería internacional, nacido de nuestro amor, de aquel nuestro primer beso y de toda la fragancia que fuimos capaces de crear.
- Sí. Mi vida. Tuberosa y gálbano, miel, caramelo y leche caliente, entre los efluvios constantes de las maderas preciosas de Madagascar.



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